ORGANIZA BIEN TU BIBLIOTECA
¿Tienes tus libros bien ordenados? ¿Has reservado
algún lugar especial para guardarlos?
PIENSA QUE TUS AMIGAS, TUS
AMIGOS, SON LOS MEJORES COMPAÑEROS DE LECTURAS
¿Has intercambiado alguna vez los libros con tus
amigos? ¿Habéis jugado a contaros historias: las más misteriosas, aventureras,
inquietantes, divertidas…?
APROVECHA CUALQUIER OCASIÓN
PARA LEER
Cualquier motivo puede ser bueno para conseguir
los mejores libros: cuando prepares tus vacaciones, cuando quieras aprender cosas
nuevas, cuando te apetezca leer las historias más fascinantes… ¿Por qué no das
ideas a tus padres para que te regalen más libros?
PIDE CONSEJO: A TUS PADRES,
A TUS PROFES, AL BIBLIOTECARIO, AL LIBRERO…
Si no sabes qué leer, si te has atascado con
algún libro, pide ayuda. Tus profesores, tus padres, el librero o el
bibliotecario de la zona, algún amigo o amiga…, seguro que ellos se les ocurren
muchas ideas.
SI TE APETECE LEER, LEE. NO
TE DISTRAIGAS CON OTRAS COSAS
¿Hay veces que tienes unas ganas irresistibles de
leer?
NO TE QUEDES CON NINGUNA
DUDA
Siempre que estés leyendo, a solas, o con tus
padres, o en el cole, no te quedes con ninguna duda. Si no entiendes algo,
pregúntalo. Los mayores saben muchas cosas que pueden ayudarte. Ellos sí que
son buenos lectores.
FÍJATE BIEN EN CÓMO LEEN LAS
PERSONAS MAYORES
¿Te has dado cuenta de todo lo que hacen los
mayores mientras leen? ¿Has visto lo bien que lo pasan leyendo? Cuando lean tus
padres, tus hermanos, tus abuelos…no te pierdas ningún detalle.
VISITA LA LIBRERÍA Y LA
BIBLIOTECA MÁS PRÓXIMAS
¿Conoces la biblioteca más cercana? ¿Y la
librería? ¿Por qué no pides a tus padres que te acompañen? Allí te enseñarán
las últimas novedades y te recomendarán libros sobre tus temas favoritos.
Además, puedes hacerte el carné de lector. ¿O lo tienes ya?
BUSCA CUALQUIER DISCULPA
PARA QUE TE LEAN Y TE CUENTEN CUENTOS
¿Te gusta que te cuenten historias? ¿Y que
alguien lea en voz alta?
TODOS LOS DÍAS, RESÉRVATE UN
RATO PARA LEER
Después de merendar, antes de dormir… ¿cuál es tu
momento preferido?
IDEAS PARA PADRES
ORGANIZARSE
La desorganización
puede estar reñida con la lectura.
Ayudémosles
a organizarse: su tiempo, su biblioteca...
Debemos ayudar a
nuestros hijos a ser ordenados con sus cosas, con su tiempo. Ellos se fijan y
aprenden de nosotros.
Hay que ser flexibles: la rigidez excesiva
puede ser contraproducente. No se trata de imponer el orden por el orden, sino
de hacerles ver que la organización está en función de su bienestar y de su
aprendizaje.
Podemos buscar formas de organización sencillas
para sus cosas, para sus libros. Utilicemos criterios que ellos puedan
entender. «Para qué sirve cada libro» puede ser un buen principio de
organización.
Con los mayores deberemos seguir insistiendo en estos principios. Una forma de
organización algo más compleja de la propia biblioteca será más adecuada para
estas edades (por autores, por materias, por series...).
En la familia, la
falta de organización puede impedir que se den las condiciones adecuadas para
leer: disponer de un momento relajado para la lectura o poder localizar los
libros en el momento en que son necesarios.
Cuando los niños son
pequeños, su organización depende casi exclusivamente de la nuestra: ¿qué
tiempo dedicamos a la lectura?, ¿en qué momentos pueden prescindir de nuestra
presencia?, ¿cuándo salimos con ellos?, ¿cuándo hay que ir a dormir?... Sin ser
excesivamente estrictos, un cierto plan en las actividades les ayudará a
regularse e irá configurando su propio orden. Los niños toman como modelo
nuestro orden y también nuestro desorden.
Conviene que, desde
muy pronto, los niños vayan reservando
un espacio de la casa para su biblioteca. En ella guardarán
ordenadamente sus libros, repararán los estropeados, colocarán sus objetos y
sus adornos. Como ayuda, podemos sugerirles procedimientos sencillos de
clasificación de los libros. Su utilidad puede ser un buen criterio: libros
para aprender (sobre animales, costumbres y culturas del mundo, civilizaciones
antiguas...), libros para hacer cosas (recetas, juguetes, experimentos...) y
libros para la imaginación (cuentos, poemas, canciones...). Con el tiempo se
puede ir complicando esta organización, hasta llegar a entender el
funcionamiento de las bibliotecas de los adultos.
La responsabilidad
sobre sus cosas, sobre su tiempo, sobre sus libros, es la meta que debemos
perseguir.
El camino lo podemos ir marcando nosotros.
SER CONSTANTES
Todos los días hay que
reservar un tiempo para leer. Busquemos momentos relajados, con buena
disposición para la lectura.
La única manera de
favorecer el hábito de la lectura es poniéndolo en práctica. Reservemos un
tiempo de lectura todos los días.
Busquemos los momentos
propicios, en los que el cansancio no impida a los chicos estar despejados,
curiosos, ante el libro.
No ocupemos todo su
tiempo libre con otras actividades. Dejemos tiempo para leer.
Una buena forma de
mejorar la calidad de vida de nuestros hijos está en la lectura. No lo
olvidemos.
La mejor manera de
crear el hábito de la lectura es poniéndolo en práctica. La lectura frecuente,
practicada con regularidad, puede ser uno de los mejores apoyos para crear un
buen hábito de lectura.
Durante el curso académico, niños y jóvenes suelen tener numerosas actividades
después del horario escolar: idiomas, danza, música, deportes... Pero ¿les
hemos dejado tiempo suficiente para leer, para disfrutar de la lectura? ¿Hemos
reservado un rato en el que no estén cansados después de tantas actividades?
Leer debe ser una
actividad placentera, que se afronte con la cabeza despejada y preparada para
realizar un cierto esfuerzo. La lectura exige una disposición mental, requiere
concentración en todos los lectores, y especialmente en los primeros años, en que
no están automatizados ciertos mecanismos.
La lectura no puede ser planteada como un esfuerzo suplementario a las
numerosas actividades del día. Hay que reservar momentos relajados y
apetecibles, evitando aquellos en que nuestros hijos están más cansados.
Es habitual que a los más pequeños les guste leer antes de dormir. Pero si este
es el único momento de lectura con ellos, deberíamos plantearnos en qué otras
ocasiones podemos sugerirles que lean. Podríamos pensar en situaciones
igualmente adecuadas en las que los niños estén más descansados: por las
tardes, después de merendar; en las mañanas de días festivos o de vacaciones...
Junto con la
intervención de los padres, podemos sugerir la práctica de la lectura a cuantas
personas se encargan de las actividades extraescolares de nuestros hijos.
Hagamos que la lectura esté presente en su tiempo libre. De esta manera tan
sencilla, además de crear amantes de la lectura, mejoraremos su calidad de
vida.
PEDIR CONSEJO
El colegio, las bibliotecas,
las librerías y sus especialistas serán excelentes aliados. Hagámosles una
visita.
Acudir a las librerías y a
las bibliotecas puede ser una actividad interesante para hacer por las tardes,
los días de fiesta, en vacaciones...
Desde pequeños, podemos
familiarizar a nuestros hijos con su funcionamiento. Con nuestro ejemplo y con
la ayuda de los especialistas aprenderán lo esencial para manejarse solos.
Las bibliotecas, las
librerías, organizan numerosas actividades de animación a la lectura.
Tengámoslas en cuenta.
La biblioteca del centro
educativo puede ser un buen recurso. Pidamos información sobre posibles formas
de participación. Tomemos la iniciativa.
Las bibliotecas y las
librerías son lugares que deberían formar parte de los recorridos habituales de
la familia.
Desde pequeños, los niños
deberían empezar a conocer su funcionamiento: las secciones, los libros
recomendados, las promociones, la programación de actividades de animación a la
lectura... Se pueden hacer el carné de lector y pedir consejo a los
profesionales: bibliotecarios, libreros o animadores. En ellas podrán pasar muy
buenos ratos.
En estas visitas es
conveniente que vayan acompañados. Los adultos podemos rastrear las
estanterías, hojear las novedades o pedir orientación. Y con todo ello les
estamos enseñando cómo comportarse en los lugares donde están los libros.
En la biblioteca podemos
disfrutar de la lectura o hacer uso de los diversos servicios a disposición de
los lectores. Muchas de ellas, y las buenas librerías, realizan numerosas
actividades: encuentros con autores, representación de obras, fiestas alrededor
de los libros....
Por otra parte, en los
centros educativos suele haber una biblioteca en la que se organizan
actividades y se ofrece un servicio de préstamo. Algunos centros proponen
también encuentros para familias, e incluso estarán abiertos a las sugerencias
de los padres siempre que se animen a participar.
Sin duda, para la adecuada orientación de nuestros hijos, resultará de gran
ayuda el consejo de los profesionales –profesores, bibliotecarios y libreros–,
así como la consulta de las listas de libros recomendados en guías de lectura,
revistas especializadas o catálogos.
Es conveniente estar
informados de la labor de los especialistas. Aprovechemos todo este conjunto de
iniciativas: el mundo del libro y la afición por la lectura se nutren de todas
ellas.
ESCUCHAR
En las preguntas de los
niños y los adolescentes está el camino para seguir aprendiendo. Estemos
pendientes de sus dudas.
Prestemos atención a las
preguntas de los niños sobre la escritura, incluso antes de que empiecen a
aprender formalmente a leer y a escribir.
Encontrar una respuesta para
sus dudas es muy fácil: contestemos, no tratemos de «explicar» o de «enseñar» a
leer.
Con nuestras explicaciones,
nuestros hijos irán aprendiendo mucho sobre la lengua escrita y sobre los
escritos que usamos habitualmente.
De esta forma, descubrirán
también las historias más apasionantes creadas por la literatura.
La curiosidad de los niños y
de las niñas por los textos escritos se manifiesta mucho antes de que aprendan
formalmente a leer. Rótulos y anuncios de la calle, etiquetas de productos,
cuentos, periódicos, letreros de la ropa... son objetos que despiertan su
interés. Los niños preguntan una y mil cosas sobre las letras, sobre su
significado.
Conviene prestar atención a
estas preguntas espontáneas y no dejarlas sin respuesta. Y para ello, no es
necesario esperar a que la escuela tome la iniciativa, aunque tampoco debemos
«enseñar a leer», porque estas enseñanzas son responsabilidad de los
profesores. Se trata, sencillamente, de contestar a las dudas de los niños:
ahí, ¿qué pone?; ¿cómo se escribe mi nombre?; ¿y el tuyo?; ¿qué letra es
esa?... Con nuestras respuestas, los niños empezarán a construir sus primeros
conocimientos sobre la lengua escrita y descubrirán el placer que proporciona
la lectura.
En ocasiones, no solo
debemos esperar a que formulen sus preguntas, sino que hemos de estimularles a
que nos cuenten qué entienden, dónde están las dudas.
Cuando los niños crezcan, si
han encontrado útil nuestra ayuda, seguirán preguntando: ¿el lobo existe?, ¿las
historias de Astérix son verdad?, ¿dónde puedo encontrar información sobre...?,
¿te gustan las historias de terror? En todo caso, cuando los profesores hayan
iniciado el camino hacia la lectura, los padres debemos seguir acompañándoles.
ESTIMULAR, ALENTAR
Cualquier situación puede
proporcionar motivos para llegar a los libros. Dejemos siempre libros
apetecibles al alcance de nuestros hijos.
Cualquier acontecimiento o
experiencia familiar puede servir para acercar los libros a nuestros hijos.
Podemos buscar numerosas disculpas
para regalar libros, más allá de las fechas tradicionales.
Para acertar en nuestras
sugerencias, debemos estar al día de sus preferencias, así como sobre la
publicación de novedades interesantes. Consultemos a los especialistas.
No siempre es necesario
comprar libros para poder leerlos: hagamos uso de los servicios de préstamo e
intercambiemos libros entre familias próximas.
Cualquier ocasión puede ser
buena para llegar a un libro: una conmemoración, un tema de actualidad, una
película, un deporte, un personaje, un deseo, un sueño, un viaje... Debemos
aprovechar cualquier acontecimiento familiar, cualquier experiencia, para
proponer a nuestros hijos la lectura de libros. Siempre que podamos, debemos
dejar libros interesantes a su alcance.
En la familia se producen
numerosas situaciones en las que se pueden regalar libros: cumpleaños,
navidades, final de trimestre, vacaciones, visitas de familiares... Pero
también podemos utilizar otros recursos: la aparición de un libro de la
colección preferida de nuestros hijos, o el lanzamiento de un nuevo título que
consideremos interesante. Podemos regalar libros sin motivo aparente, como
sorpresa o como muestra de cariño.
El precio de los libros no
debería ser un obstáculo para que niños y jóvenes tengan acceso a una buena
variedad de textos. Debemos compararlo con otras actividades de ocio, y además,
siempre podremos buscar otras formas de enriquecer la biblioteca familiar: por
ejemplo, haciendo uso de los servicios de préstamo de bibliotecas o
intercambiando libros entre familias próximas. Un buen libro, aunque sea
prestado, siempre será un gran regalo.
A su vez, podemos ir
responsabilizando a nuestros hijos sobre el gasto que supone la compra de
libros, proponiéndoles un cierto ahorro para conseguir sus libros favoritos. De
esta forma, les ayudaremos a tomar conciencia de sus gastos y a valorar lo que
es suyo.
DAR EJEMPLO
Las personas adultas somos
un modelo de lectura para niños y jóvenes. Leamos delante de ellos, disfrutemos
leyendo.
Debemos leer delante de
ellos: solos y acompañados, en situaciones distintas y con finalidades
diferentes.
Podemos aprovechar cualquier
situación de la vida cotidiana para despertar la curiosidad de nuestros hijos
por todo tipo de texto escrito: literario, funcional y de información o
consulta.
Es conveniente mostrarles y
comentar con ellos qué es cada texto, para qué sirve y cómo leerlo.
Mientras leemos, debemos
verbalizar lo que pensamos, lo que interpretamos y en qué nos fijamos para
ello.
Los padres, las madres, los
abuelos, los tíos... somos un modelo de lectura para niños y jóvenes. Con
nuestro comportamiento como lectores, podemos enseñarles lo fundamental:
contagiarles el placer por la lectura, mostrarles sus funciones y los usos que
hacemos de ella en la actividad cotidiana.
Nuestros hijos deben vernos
leyendo con frecuencia, en situaciones diferentes, solos y acompañados. Deben
vernos usando libros y disfrutando de la lectura.
Las familias pueden cumplir
un papel esencial para despertar la curiosidad de los niños y los jóvenes por
cualquier escrito. Los adultos sabemos qué son, para qué sirven y cómo
interpretarlos, pero deberíamos preguntarnos si ellos saben utilizarlos
adecuadamente y qué podemos hacer para enseñárselo.
Conviene que sepan cuanto
antes qué son esos objetos llenos de letras y de dibujos. Conviene también que
aprendan a buscar su significado en el momento en que es necesario leerlos, en
las situaciones y con los fines que los adultos los empleamos. Podemos
mostrarles, por ejemplo, que en la compra tratamos de buscar información en las
etiquetas; que para orientarnos, nos fijamos en los carteles; que si
necesitamos localizar un número de teléfono, hojeamos rápidamente una guía
telefónica o una agenda; que para preparar una receta, nos servimos de un libro
de cocina; que si nos interesa la actualidad, acudimos al periódico..., y lo
que es más importante: que cuando queremos disfrutar verdaderamente de la
lectura, leemos una novela, un cuento, un relato. Los adultos practicamos actos
de lectura diferentes en función de necesidades distintas, pero ¿se lo hemos
contado esto a los niños?
La lectura es un acto
personal que funciona en nuestra mente de manera silenciosa, casi automática.
Y, sin embargo, si compartimos con nuestros hijos estos momentos de lectura, si
tratamos de verbalizar todo aquello que sabemos sobre los textos, sobre cuándo
usarlos o cómo interpretarlos, estamos enseñándoles a comportarse como
lectores. Nuestras explicaciones les sugerirán nuevas preguntas que, a su vez,
serán el camino para seguir aprendiendo.
RESPETAR
Los lectores tienen derecho
a elegir. Estemos pendientes de sus gustos y de cómo evolucionan.
Conocer los gustos de
nuestros hijos y ser conscientes de que las preferencias cambian en función de
numerosas circunstancias.
Respetarlos y estar en
disposición de proponer otras opciones, sin forzar ni intentar modificar sus
preferencias de manera brusca.
Contrastar nuestras
sugerencias con los profesionales: bibliotecarios, profesores, libreros y otros
medios de información especializada en Internet.
Conocer su ritmo, los
momentos en los que nuestras sugerencias pueden ser mejor acogidas.
Las personas adultas tenemos
gustos literarios distintos, practicamos la lectura en momentos y situaciones
muy diversos. Los niños y los jóvenes también tienen sus preferencias.
Algunos tienen preferencias
marcadas hacia ciertos temas, personajes, series, autores..., mientras que
otros muchos están abiertos a opciones más amplias. En todo caso, debemos tener
en cuenta que estas preferencias varían en función de distintas circunstancias:
la trayectoria de cada lector, la edad, las condiciones que acompañan la
lectura, el estado de ánimo o incluso el momento del día o del año. Los gustos
de los lectores cambian y evolucionan.
En líneas generales, los
expertos indican los intereses más comunes entre los distintos grupos de edad
(por ejemplo, los libros de animales están entre los favoritos de los más
pequeños; los que plantean conflictos propios de la adolescencia suelen atraer
a los jóvenes). Pero estas directrices no tratan de establecer categorías
cerradas, sino de ofrecernos criterios para conocer los gustos de cada lector:
conocer para respetar y para mostrar nuevas posibilidades.
Conviene que estemos atentos
a todos estos cambios, a los circunstanciales y a los que tienen que ver con la
evolución de los niños y de los adolescentes como lectores, siempre desde la
óptica de poder descubrirles otros horizontes. En esta labor, puede ser útil
contrastar nuestras recomendaciones con el consejo profesional de los bibliotecarios,
los profesores, los libreros o el de revistas y otros medios especializados en
Internet.
Del mismo modo deberíamos
respetar los momentos favoritos de lectura de nuestros hijos, enseñándoles a
encontrar su propio ritmo y las situaciones más adecuadas para disfrutar de
ella. También en esto hay que dar ejemplo, sugiriendo y proponiendo.
PROPONER, NO IMPONER
Es mejor sugerir que
imponer. Evitemos tratar la lectura como una obligación.
El camino de la sugerencia
siempre será mejor que el de la obligación. Siempre podremos establecer
complicidades con nuestros hijos.
La lectura debemos
presentarla como una manera divertida, emocionante, de ocupar el tiempo libre.
No enfrentemos lectura con
el resto de las actividades de tiempo libre, incluida la televisión o los
ordenadores. Veamos formas de que estos recursos también nos lleven a los
libros.
Debemos aprender a
escucharles e interesarnos por sus gustos literarios, tratando de estar atentos
a sus preferencias y a su evolución como lectores.
La lectura no puede ser una
obligación, porque, en ocasiones, disfrute y obligación discurren por caminos
diferentes. Si nuestro objetivo es formar buenos lectores, crear amantes de la
lectura, poco conseguiremos con imposiciones. Hay formas de despertar el interés
por los libros en las que complicidad y sugerencia pueden dar mejores
resultados.
Para ser buenos compañeros
de lectura, es importante crear un ambiente relajado y de confianza hacia
nuestros consejos. Y para ello deberemos compartir con frecuencia la lectura
con nuestros hijos, escucharles, interesarnos por sus libros y procurar que
estos estén presentes en los momentos más gratificantes. Tratemos de buscar
ocasiones propicias, estemos tranquilos, sin forzar, asumiendo que todos
tenemos derecho a elegir y a tener gustos propios.
Deberemos estar rodeados de
libros y despertar su interés siendo nosotros mismos algo imaginativos: contar
historias sin finalizarlas, intercambiarnos los papeles de lector y de oyente,
leerles páginas de nuestras lecturas...
Hemos de dar siempre la
opción de elegir la lectura, buscando un equilibrio con las numerosas
actividades que niños y jóvenes realizan durante el día (jugar, pintar,
escuchar música...). Procuremos no enfrentar televisión, ordenadores e Internet
y lectura. En ocasiones, estos medios nos proporcionan disculpas para llegar a
los libros: programas en que se recomiendan libros; series que pueden conducir
a la lectura, si tenemos la precaución de verlas y comentarlas con nuestros
hijos; películas basadas en cuentos que después podremos leer... Con los
adolescentes, puede ser interesante utilizar películas basadas en obras
literarias para introducirles en su lectura. De esta manera, podemos hacerles
ver que también en los libros hay acción, aventura, pasión.
Ofrezcamos siempre la
posibilidad de leer, en cualquier situación, por cualquier motivo
ACOMPAÑAR
El apoyo de la familia es
necesario en todas las edades. No los dejemos solos cuando aparentemente saben
leer.
No abandonemos a nuestros
hijos en su esfuerzo permanente por comprender los textos. Cuando se conocen
las letras, aún no se sabe todo sobre la lectura.
Con el diálogo podemos
ofrecer ayuda para comprender la historia. Leamos con ellos.
A los niños les puede gustar
tener apoyo cercano, tener oyentes. Es importante que se sientan seguros.
Debemos seguir estando
atentos a las dificultades que puedan encontrar los adolescentes.
Con frecuencia, las familias
prestan más atención al periodo inicial de aprendizaje de la lectura que a los
años posteriores, en los que chicos y chicas ya dominan el descifrado de las
letras. Y, sin embargo, durante toda su formación como lectores el apoyo de los
padres es fundamental.
Aprender a leer no es tarea
fácil. Supone un largo proceso de aprendizaje que abarcará toda la escolaridad,
y en cada momento pueden aparecer nuevas dificultades. Un momento crítico para
afrontar la lectura de textos diversos será cuando los niños conozcan la
traducción de letra a sonido, ya que, aparentemente, están en condiciones de
descifrar todos los textos. Pero ¿están en condiciones de comprenderlos? En
ocasiones puede suceder que el texto resulte demasiado largo, o que no sean
capaces de seguir el hilo argumental, o que encuentren problemas en el
vocabulario, o que no tengan suficientes conocimientos sobre el tema tratado, o
que no sean capaces de ver el texto como unidad y tan solo asimilen ideas
sueltas... Leer sin comprender no es leer.
Debemos estar atentos a
todas estas dificultades, invitando a los niños a que compartan con nosotros su
experiencia como lectores. Leyendo con ellos conoceremos qué les gusta, qué
saben y dónde encuentran problemas. Solo de esta manera podremos buscar formas
adaptadas de estimular su gusto por la lectura y de mejorar sus habilidades.
Algo semejante hemos de
plantearnos con los adolescentes. Con frecuencia, en estas edades, los
problemas persisten o se manifiestan de manera diferente. Un apoyo cercano,
desde la familia, será esencial para complementar la labor de los profesores.
El papel de la familia en la
iniciación literaria de los más jóvenes es esencial, y lo seguirá siendo en la
consolidación y permanencia del hábito de lectura más allá de los años
iniciales de desarrollo.
COMPARTIR
El placer de la lectura se
contagia leyendo juntos. Leamos cuentos, novela, cómics, en Internet...
Con la lectura en voz alta y
con los relatos orales estamos invitando a niños y no tan niños a descubrir los
mundos maravillosos creados por la literatura.
Debemos proporcionarles la
ocasión de conocer la lengua que aparece en los escritos, cómo se escribe y qué
lenguaje van a encontrar en los libros.
La práctica de la lectura
requiere un clima agradable, relajado.
Cuando surjan problemas de
comprensión, si es necesario, adaptemos lo que leemos haciéndonos entender,
siempre que no alteremos el texto.
Es importante seguir
apoyando a los hijos cuando crecen, buscando nuevas formas para orientarles y
acompañarles en su formación como lectores.
No se puede amar lo que se
desconoce. Si los niños no están en contacto permanente con los cuentos, si no
dedicamos un rato todos los días a leer, si no les hemos contado las historias
fantásticas de nuestra infancia, si no hemos leído en voz alta los relatos más
emocionantes..., es difícil que niños y jóvenes puedan apreciar el placer de la
lectura.
Desde edades tempranas
debemos favorecer el contacto de niños y niñas con la literatura por medio de
una gran variedad de textos: cuentos, poemas, canciones, retahílas... La
lectura compartida puede ser una de las mejores formas de hacerlo: el relato
oral o la lectura en voz alta, con el libro presente, serán momentos idóneos
para descubrirles los mundos imaginarios de los cuentos.
Con nuestros relatos les
acercaremos al contenido del texto –a la emoción, a la diversión o al miedo–, y
así aprenderán algunas pautas para la construcción de un texto escrito.
Mediante la lectura en voz alta podemos incidir en que, además de la historia,
es interesante fijarse en la manera en que está escrita, en el lenguaje que se
utiliza.
En los momentos de lectura
compartida debemos crear un clima agradable y relajado, centrado en los textos,
en lo que se dice y en cómo se dice. En todo momento, se ha de prestar atención
a las dificultades que puedan encontrar con ciertas formas de expresión o con
el uso de términos poco familiares. En estas situaciones, se pueden buscar
palabras o formas próximas que faciliten la interpretación.
En todo caso, es aconsejable
acompañar la lectura o el relato oral de algún juego: modular la voz para
distintos personajes, simular efectos de sonido, invitar a los niños a que
participen y repitan con nosotros... Todos estos recursos contribuirán a que
los niños sientan la lectura como una actividad especial, de emoción y juego,
que siempre apetecerá repetir.
Cuando los niños crecen, o
en la adolescencia, es fundamental mantener el apoyo y el seguimiento de los
hijos desde la familia. En estas edades podemos sugerirles nuevas lecturas en
relación con sus temas favoritos o con sus aficiones; podemos proponer, sin
imponer, nuevos libros; podemos hacerles partícipes de alguna de nuestras
lecturas; podemos sugerirles que nos acompañen a la biblioteca o a la
librería...
En los tablones de
anuncios de Biblioteca o del Centro así como en el blog, se
colocarán títulos de libros, cuentos, enlaces interesantes para
que los padres lean con sus hijos en casa.
Aquí os dejamos algunos títulos interesantes:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta